Nunca pensé que fuera tan diferente. En mi pueblo las casas siempre estaban abiertas.
En España parece que vivieron algo así, pero hace décadas y la gente no recuerda como es llegar a una casa que te recibe con las puertas de par en par. Para mí, en cambio, no es tan lejano. Mi casa siempre estaba llena: la comida en la mesa, espacio de sobra, espacio que se multiplica cuando los invitados aumentan. Las personas venían sin avisar. Ahora no es bien recibido invitar a alguien a quien he conocido recientemente.
La comida en la mesa. La casa se encoje.
Una madre siria.